lunes, 22 de noviembre de 2010

La rumorología, casi una ciencia


Rumore, rumore. Ya en la antigua Atenas se recurría a los rumores más inmorales para destronar al líder de turno. Los desafortunados que sufrían de este innoble arte, con suerte sólo eran desterrados al ostracismo.

Hoy en día, en este complejo campo de la rumorología, las nuevas tecnologías permiten transportar los rumores a más personas y a mayor velocidad, además de incrementar su número. Con lo cual, en esta maraña de información sin orden ni límite llamada Internet, la buena praxis del periodista se vuelve aún más difícil.

Por ello, es indispensable desarrollar nuevas armas y fortalecer las debilidades de los profesionales de la información, tarea aún si cabe más afanosa en este nuevo periodismo cada vez más competitivo, en el que la primicia y la inmediatez están por delante de la calidad.

La autocrítica es necesaria. Creo que los periodistas se han relajado en exceso. Se toman por verdaderas noticias apenas sin contrastar, por la tiranía del reloj y la idea de tomar por fidedignas todas las informaciones de fuentes institucionales.

Por otro lado, la irrupción de confidenciales digitales en Internet no es algo nuevo, pero la frontera entre los rumores contrastados y no es cada vez más difusa. Falta claridad a la hora de diferenciar de las noticias basadas en hechos fidedignos de las que son meros rumores.

En la pugna por hacerse con una mayor audiencia, la ética periodística e incluso la legalidad quedan en entredicho muy a menudo. La muga entre derecho a la información y el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen está cada día más cuestionada.

El problema radica en que es aún más difícil controlar los medios digitales, como se explica en ‘elmundo.es’ sobre el “Caso Hesperia”, debido a que se actualizan las 24 horas. Eso, sumado al número de medios de la Red, hacen que controlar el derecho a la información y el derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen sea casi imposible.

Como explica Antonio José Chichetru, los confidenciales en Internet “buscan llegar al mayor público posible y se fundamentan en rumores, más o menos fiables, así como en fuentes personales para dar informaciones que posiblemente no puede aparecer en medios más tradicionales hasta que se hayan contrastado”.

Y es ahí donde veo el mayor peligro. Que el morbo lleve a la gente a preferir este tipo de periodismo al tradicional. Y ese empuje, a la larga, hace que los diarios de siempre se suban al carro de los confidenciales, menoscabando su credibilidad, ¿hasta qué punto? Difícil de saber.

En este mundo de tantos rumores jugosos, competitividad y primacía por la inmediatez, la profesión periodística como tal se tambalea. Supongo que el primer paso para evitar su deterioro debería salir de los propios medios de comunicación, apostando por la calidad. Pero es ciertamente una quimera reservada a las noticias de poca actualidad, o a medios cuyo valor no reside en la inmediatez.



Bibliografía:

-CHINCHETRU, Antonio José. “Confidenciales, un nombre poco acertado”. Chichetru.com, 17 de mayo de 2003.
Link: http://chinchetru.blogspot.com/2003_05_11_chinchetru_archive.html#94499556

Páginas de interés:

http://www.elconfidencialdigital.com/Home.aspx

http://www.infoamerica.org/confidenciales/confidenciales_2.htm

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